miércoles, 19 de noviembre de 2014

Aportes culturales del docente

¿Qué es un aporte?
En su uso más amplio, el término aporte refiere a aquella contribución que alguien realiza a otro individuo o a una organización. La mencionada contribución puede consistir en un bien inmueble, una suma de dinero o tratarse de una contribución de tipo espiritual, artística o intelectual. 

 Aportes culturales del docente.
Los seres humanos somos ante todo herederos de una cultura, que nos permite comprender nuestro pasado, resinificar nuestro presente y proyectar cambios y transformaciones. Herederos sin mandato explícito, pero herederos al fin. Esta herencia nos sumerge en un sistema de creencias que subyacen en las bases de nuestra acción y que muchas veces se nos dificulta explicar.

Los profesores no se limitan a impartir el currículo, sino que también lo interpretan. Técnicamente, la Cultura Docente comprende: “creencias, valores, hábitos y formas de hacer las cosas asumidas por las comunidades de docentes que tienen que afrontar exigencias y limitaciones. El aporte cultural del profesional requiere reflexionar previamente sobre el trasfondo social de la escuela, es decir, visualizar a ésta como un núcleo de relaciones sociales muy diversas, en cuyo interior se van creando, al paso del tiempo. 

Un aporte principal es la cultura de la escuela que está llena de simbolismos y códigos y constituye un micro universo social; en éste se ven reflejados los rasgos esenciales de la comunidad donde la institución se asienta y toda la herencia cultural del entorno, incluso las creencias, los usos, las costumbres y las pre concepciones que se tienen en torno a los roles que corresponden a cada quien dentro de la organización.

El docente: mediador entre la cultura y el  estudiante.
Uno de los importantes roles que desempeña el docente es el de servir de mediador entre la cultura y el estudiante y no sólo, como se creyó tradicionalmente, transmitir los conocimientos propios de la asignatura que orienta. Existen muchas formas de acceder a los productos de la cultura, especialmente desde la invención de los medios masivos e inmediatos de comunicación. Esto implica que cualquier persona está en la posibilidad de tener acceso a la información, con lo que podríamos pensar que el papel del docente como transmisor de conocimientos ya no tiene la importancia que tuvo en el pasado.

No obstante, a pesar de los avances tecnológicos aplicados a la educación, el docente sigue siendo fundamental en la construcción de conocimientos ya que ninguna tecnología podrá sustituir jamás el componente afectivo del acto pedagógico.

Efectivamente, en el acto pedagógico hay una continua interacción entre los estudiantes y de estos con el docente, creando unos valores que difícilmente se darían sin la actividad orientadora del maestro.

Es, precisamente, el docente quien anima a sus estudiantes para que alcancen las metas propuestas, para que descubran y exploten sus capacidades, para que generen hábitos y conductas deseables, para que produzcan en el campo académico y axiológico, para que se conviertan en constructores de su proyecto de vida y para que adquieran, gradualmente, un mayor nivel de responsabilidad y de autonomía.

De otra parte, es bueno anotar que allí no termina la actividad del docente. Por el contrario, podríamos afirmar que esta es secundaria ya que lo primordial es servir de mediador entre la cultura y sus estudiantes. Es decir, que el docente acerque a sus estudiantes a los productos de la ciencia, del arte, de la tecnología y que, a más de eso, lo incentive a adentrarse en ellos, a que descubra que todo conocimiento, todo producto es el resultado de un proceso social histórico y no el resultado espontáneo de la actividad aislada de un genio.

El docente, mediante su actividad racional, debe propiciar en sus estudiantes el interés por conocer que él no es un ser aislado, asocial y a histórico sino que debe saberse como el producto de un continuo proceso de socialización, entendido este como "el juego recíproco entre sujetos y entre ellos y la cultura; siendo allí en este juego recíproco en el que se hace real el dominio o la emancipación del sujeto humano y de los grupos humanos.

Emancipación que no se recibe como un don sino que la logra cada persona mediante su actividad individual con las herramientas que se le han proporcionado porque como lo afirma el adagio popular se puede llevar el caballo hasta el abrevadero, pero no se le puede obligar a beber.

Ahora bien, para que el docente pueda cumplir con su función mediadora debe tener presentes algunas características como son su nivel cultural, el que debe ser constantemente actualizado; el conocimiento amplio de lo que enseña; estar actualizado en las últimas teorías y avances de su asignatura y conocer, además, lo concerniente a otras áreas del saber para que pueda relacionarlos con la suya; propiciar actitudes de respeto, colaboración, integración, tolerancia, cooperación y ayuda mutua; generar que el espacio y tiempo pedagógico se conviertan en un momento de gran interactividad entre sus estudiantes y de estos con él para que, finalmente, logre el propósito fundamental de propiciar en los estudiantes, en un contexto social histórico, el aprendizaje. Si es posible lograr esto podemos afirmar que el docente ha cumplido su función fundamental: servir de mediador entre la cultura y el estudiante.

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